miércoles, 18 de noviembre de 2009

Sombra mas fuerte que la muerte

Tras tu partida
precipitada
certera.

Marché al encuentro,

de la inocencia perdida,
de las ilusiones que marchito
el descuido,
de las palabras caídas
en el abismo mudo
sin ecos
ni reflejos posibles.

Aún cuando sepa
que llorar
es gritar por los ojos
desespero.

Soy mi niño
a las puertas de la teta
cuando mi insomnio
cierra los ojos,
y vivifica
la panificadora esperanza
de despertar
junto a tu rostro.

Allí, donde ahora duele,
el paisaje desolador
de la almohada vacía.

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