Se sintió el chiflete y, segundos después, al gitano que avisaba "este frío me pone muy bambino". Las risas se cortaron cuando la voz de Angelito se impuso diciendo "la verdad que el sexo esta sobrevalorado". Entonces todas las miradas se clavaron en su cara grasosa y sus manos de carneador. Justo él, viejo sátiro, venía a poner en su lugar uno de los mitos de nuestro tiempo.
Lo que siguió fue una de las discusiones mas bizarras de las que tenga memoria. Una de esas charlas en la que las palabras rebotan, chocan y mutan entre la boca que las parió y el oído que les servirá de tumba.
Pocas veces le costo tanto la victoria al silencio. Para lograrla, tuvo que llegar al extremo de usar armas de silenciación masiva, como la entrada de Lucía.
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